2.
Paulo
Freire y la educación popular
Para Freire la educación debe servir para que los
educadores y educandos “aprendan a leer la realidad para escribir su historia”.
Ello supone comprender críticamente su mundo y actuar para transformarlo en
función de “inéditos viables”; en torno a dicha acción y reflexión y a través
del diálogo, los educandos y los educadores se constituyen en sujetos. Freire
considera la educación como un acto de conocimiento, una toma de conciencia de
la realidad, una lectura del mundo que precede a la lectura de la palabra. Para
entender el porqué de las posturas de Freire en cuanto a la educación, hay que
conocer en sus palabras lo que fue su infancia y la forma en que esta influyo
en su concepción educativa, “Fui un niño de la clase media que sufrió el
impacto de la crisis del 29 y que tuvo hambre, yo sé lo que es no comer…, Pesqué
en ríos, robé frutas en frutales ajenos. Fui una especie de niño colectivo,
mediatizado entre los niños de mi clase y los de los obreros… recibí el testimonio cristiano
de mis padres, me empapé de vida y existencia, entendí a los hombres desde los
niños.” Esta fue la base para idear la educación popular como un enfoque
alternativo dirigido a la promoción del cambio social. El propósito central de
este paradigma se vincula con la necesidad de que el proceso de cambio sea
asumido por el pueblo. Es de hacer notar, que la educación popular no trata
acerca de la educación impartida gratuitamente por el estado, esta implica algo
más: todo un estilo educativo diferente a aquel elitesco, repetidor del
sistema social de injusticia, que genera hombres y mujeres que se amoldan a la
sociedad sin transformarla, sin ser agentes de cambio. En oposición a la
concepción bancaria de la educación, para Freire el conocimiento de la realidad
no es individual ni meramente intelectual. Conocer el mundo es un proceso
colectivo, práctico que involucra conciencia, sentimiento, deseo, voluntad. La
práctica educativa debe reconocer lo que educandos y educadores saben sobre el
tema y generar experiencias colectivas y dialógicas para que unos y otros
construyan nuevo saberes. Su frase “Nadie
lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa a nadie, nadie se educa
solo, los hombres se educan entre sí mediados por el mundo” debe leerse
como “quien enseña aprende y quien aprende enseña” y no como un desconocimiento
de la especificidad del papel activo que deben jugar los educadores
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