jueves, 26 de julio de 2012

Aportes de Yulimar González


2.    Paulo Freire y la educación popular
Para Freire la educación debe servir para que los educadores y educandos “aprendan a leer la realidad para escribir su historia”. Ello supone comprender críticamente su mundo y actuar para transformarlo en función de “inéditos viables”; en torno a dicha acción y reflexión y a través del diálogo, los educandos y los educadores se constituyen en sujetos. Freire considera la educación como un acto de conocimiento, una toma de conciencia de la realidad, una lectura del mundo que precede a la lectura de la palabra. Para entender el porqué de las posturas de Freire en cuanto a la educación, hay que conocer en sus palabras lo que fue su infancia y la forma en que esta influyo en su concepción educativa,  “Fui un niño de la clase media que sufrió el impacto de la crisis del 29 y que tuvo hambre, yo sé lo que es no comer…, Pesqué en ríos, robé frutas en frutales ajenos. Fui una especie de niño colectivo, mediatizado entre los niños de mi clase y los de los obreros… recibí el testimonio cristiano de mis padres, me empapé de vida y existencia, entendí a los hombres desde los niños.” Esta fue la base para idear la educación popular como un enfoque alternativo dirigido a la promoción del cambio social. El propósito central de este paradigma se vincula con la necesidad de que el proceso de cambio sea asumido por el pueblo. Es de hacer notar, que la educación popular no trata acerca de la educación impartida gratuitamente por el estado, esta implica algo más: todo un estilo educativo diferente a aquel elitesco, repetidor del sistema social de injusticia, que genera hombres y mujeres que se amoldan a la sociedad sin transformarla, sin ser agentes de cambio. En oposición a la concepción bancaria de la educación, para Freire el conocimiento de la realidad no es individual ni meramente intelectual. Conocer el mundo es un proceso colectivo, práctico que involucra conciencia, sentimiento, deseo, voluntad. La práctica educativa debe reconocer lo que educandos y educadores saben sobre el tema y generar experiencias colectivas y dialógicas para que unos y otros construyan nuevo saberes. Su frase “Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo; nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediados por el mundo” debe leerse como “quien enseña aprende y quien aprende enseña” y no como un desconocimiento de la especificidad del papel activo que deben jugar los educadores

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